Se supone que hay diversas maneras de ser católicos, cuando en realidad sólo es posible ser católicos de una única manera.
En ocasiones se usa la expresión "católicos abiertos" para contraponerla a "católicos cerrados". Los primeros, según quienes usan este tipo de expresiones, serían aquellos católicos que rompen esquemas rígidos, que no se aferran a dogmas como si fueran inmodificables, que tienen libertad para poner en discusión las enseñanzas del Papa y de los obispos, que piensan por su cuenta, más allá de las fronteras estrechas de catecismos y concilios.
Los "católicos cerrados", según quienes usan tales fórmulas, serían aquellos católicos que no ponen en discusión la doctrina oficial.
Son los que acogen plenamente las enseñanzas del Papa y de los obispos, que no tienen la capacidad de poner en duda lo que consideran como dogma, como revelado, como patrimonio acogido por la Iglesia a lo largo de los siglos.
Los "católicos cerrados", según quienes usan tales fórmulas, serían aquellos católicos que no ponen en discusión la doctrina oficial.
Son los que acogen plenamente las enseñanzas del Papa y de los obispos, que no tienen la capacidad de poner en duda lo que consideran como dogma, como revelado, como patrimonio acogido por la Iglesia a lo largo de los siglos.