Benedicto XVI nos decía que: “Existe un vínculo estrecho entre la santidad y el sacramento de la reconciliación. La conversión real del corazón, que es abrirse a la acción transformadora y renovadora de Dios, es el «motor» de toda reforma y se traduce en una verdadera fuerza evangelizadora. En la Confesión el pecador arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado, perdonado y santificado; abandona el hombre viejo para revestirse del hombre nuevo. Sólo quien se ha dejado renovar profundamente por la gracia divina puede llevar en sí mismo, y por lo tanto anunciar, la novedad del Evangelio.” (Discurso a los participantes en el curso de la Penitenciaria apostólica sobre el fuero interno, el 9.III.2012)
Muchas veces por temor, vergüenza o por influencias del mundo que nos dice que no necesitamos a Dios, dejamos pasar o tratamos de no darle importancia a un sacramento tan bello y lleno de misericordia como es el de la Reconciliación. Este sacramento nos abre las puertas a ser partícipes del banquete de la Eucaristía y revestirnos de la santidad y gracia que Dios nos regala.
Les dejamos esta galería para que ¡saquemos de nuestra vida estas excusas, vayamos corriendo al encuentro del Señor y ayudemos a otros a hacerlo!