SumoMe

jueves, 14 de mayo de 2015

16 excusas para no confesarse



Benedicto XVI nos decía que: “Existe un vínculo estrecho entre la santidad y el sacramento de la reconciliación. La conversión real del corazón, que es abrirse a la acción transformadora y renovadora de Dios, es el «motor» de toda reforma y se traduce en una verdadera fuerza evangelizadora. En la Confesión el pecador arrepentido, por la acción gratuita de la misericordia divina, es justificado, perdonado y santificado; abandona el hombre viejo para revestirse del hombre nuevo. Sólo quien se ha dejado renovar profundamente por la gracia divina puede llevar en sí mismo, y por lo tanto anunciar, la novedad del Evangelio.” (Discurso a los participantes en el curso de la Penitenciaria apostólica sobre el fuero interno, el 9.III.2012)

Muchas veces por temor, vergüenza o por influencias del mundo que nos dice que no necesitamos a Dios, dejamos pasar o tratamos de no darle importancia a un sacramento tan bello y lleno de misericordia como es el de la Reconciliación. Este sacramento nos abre las puertas a ser partícipes del banquete de la Eucaristía y revestirnos de la santidad y gracia que Dios nos regala.
Les dejamos esta galería para que ¡saquemos de nuestra vida estas excusas, vayamos corriendo al encuentro del Señor y ayudemos a otros a hacerlo!

lunes, 4 de mayo de 2015

¿Es obligatorio descansar los domingos?

Santificar las fiestas es oír Misa entera y no trabajar sin verdadera necesidad
Los domingos y fiestas de precepto hay que abstenerse de los trabajos que impiden dar culto a Dios (624). A no ser que sean necesarios para el Servicio Público, o no se puedan aplazar por circunstancias imprevistas o por ser urgentes.

Para santificar las fiestas es necesario, lo primero, cumplir con el precepto de oír Misa y de no trabajar sin necesidad. Pero luego hay que evitar toda diversión que suponga una ofensa de Dios. La palabra Domingo significa Día del Señor , y muchos, con sus pecados, lo convierten en día de Satanás.
Podrías emplear las fiestas en participar más de la vida de familia, instruyéndote en Religión y en cultura, descansando con distracciones sanas y honestas, saliendo de excursión, haciendo deporte, etc.; pero no dedicándote a profanarlas con diversiones pecaminosas. Es necesario que te busques el modo de pasar las fiestas distraídamente, pero sin ofender a Dios.